Theodor Kittelsen
Theodor Kittelsen (1857-1914) pintó troles, monstruos, serpientes marinas y el demonio voraz de la Peste Negra. Kittelsen no se acobardaba ante sus temas. Había vivido una vida demasiado dura como para aterrarse ante cosas imaginarias.
Kittelsen nació en Kragerø, Noruega, en 1857, uno de ocho hijos. Su padre falleció cuando era joven. Escaseaban los recursos. Kittelsen empezó a trabajar como aprendiz de relojero a los once años. Aunque soñaba con ser artista, las necesidades de su familia eran su prioridad. Al igual que sus hermanos, se entregó por completo al trabajo.
En cualquier momento, cuando podía sentarse tranquilamente durante una hora, dibujaba, pintaba y retrataba a su familia. Estos dibujos llamaron la atención de un mecenas que financió los estudios de arte de Kittelsen, que entonces tenía diecisiete años, en Oslo y posteriormente en Alemania. Cuando el dinero de su mecenas se agotó en 1879, Kittelsen regresó a casa. Su educación le abrió las puertas a una nueva carrera como dibujante para el periódico local.
Kittelsen trabajó duro, pero siempre estuvo atento a la oportunidad de convertirse en artista. En 1882, su suerte cambió. Obtuvo una beca para estudiar pintura en París. Tras cinco años de formación y trabajo, Kittelsen regresó a Noruega, donde estableció un estudio. Pintó paisajes y escenas románticas campestres. Su reputación fue en aumento. Hasta que un día, Kittelsen recibió el encargo de ilustrar cuentos populares noruegos: pintando y dibujando trolls, monstruos, brujas y criaturas sobrenaturales.
Pasó unos años felices creando ilustraciones y pinturas de trolls y criaturas bestiales, pero la enfermedad le pasó factura. En 1911, dejó la pintura y aceptó una beca de artista. Murió en 1914.