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Samuel Joshua Beckett

La bailarina estadounidense Loie Fuller (1862-1928) conquistó París en su estreno en el Folies-Bergère, el 5 de noviembre de 1892. Manipulando con cañas de bambú una inmensa falda de más de cien metros de seda translúcida e iridiscente, la bailarina evocaba formas orgánicas —mariposas, flores y llamas— en perpetua metamorfosis mediante un juego de luces de colores. Los innovadores efectos de iluminación de Loie Fuller, algunos de los cuales patentó, transformaron sus danzas en fascinantes síntesis de movimiento, color y música, en las que la propia bailarina prácticamente desaparecía. Artistas y escritores de la década de 1890 elogiaron su arte como una innovación estética, y el poeta simbolista Stéphane Mallarmé, quien la vio actuar en 1893, escribió en su ensayo sobre ella que su danza era «la forma teatral de la poesía por excelencia». Inmensamente popular, tuvo su propio teatro en la Exposición Universal de París de 1900, promovió a otras bailarinas, incluida Isadora Duncan, dirigió películas experimentales y dejó de actuar recién en 1925.
La silueta ondulante y arremolinada de Loie Fuller, que encarnaba las líneas fluidas del Art Nouveau, inspiró numerosas imágenes, desde los retratos de Toulouse-Lautrec y los carteles de Jules Chéret y Alphonse Mucha hasta las esculturas de Pierre Roche y Théodore Rivière, así como las fotografías de Harry C. Ellis y Eugène Druet. Las tres imágenes que se muestran aquí representan movimientos de danzas como la "Danza del Lirio" y la "Danza de la Llama". Estas imágenes no pretenden evocar el efecto sobrenatural de la representación, que tuvo lugar en un escenario a oscuras frente a un complejo juego de espejos y cuya magia dependía completamente de la iluminación. Aquí, las extrañas formas, que recuerdan a cálices y mariposas, cobran forma, incongruentemente, en medio de un parque urbano, gracias a la acción de una figura baja y robusta. Detenidas por la cruda luz natural, conservan, sin embargo, su energía cautivadora. Estas imágenes, que forman parte de un grupo de trece fotografías, complementadas con otras seis en el Museo de Orsay de París, pertenecieron al escultor Théodore Rivière (1857-1912) y anteriormente se creía que fueron obra suya. Ahora se han reatribuido a Samuel Joshua Beckett, fotógrafo residente en Londres. - el Met